jueves, 17 de septiembre de 2009

‘Máncora’, el dolor convertido en una postal turística


Por Alonso Izaguirre
Máncora es una cinta hispano-peruana fallida. Digamos que su premisa es interesante: el limeño Santiago –Jason Day– viaja al balneario piurano para intentar ‘reencontrarse’ a sí mismo luego del suicidio de su padre. Pero el chico no estará solo en el viaje al norte, sino que es acompañado por su hermanastra española, Ximena –Elsa Pataky–, y por el novio de esta.
LIMITADO. Primer problema: el guión tiene serias irregularidades. Sobran personajes, como ese brasileño de rollos místicos –interpretado por Phellipe Haagensen, de Ciudad de Dios– que Santiago y sus amigos recogen camino a Máncora.
El propio Santiago, además, tiene desbalances notorios que pudieron haberse corregido pues, una vez en el norte, sufre menos de lo previsto entre chicas y drogas, y es Ximena la que adquiere un rol más sustancial y, hasta cierto punto, protagónico. Lamentablemente, el discurso final del protagonista es de una obviedad cercana al libro de autoayuda que debió haber quedado fuera del montaje final.
Segundo problema: Jason Day posee cierto carisma, pero algunos desajustes en su interpretación le restan fuerza al personaje principal –Elsa Pataky lo eclipsa casi siempre–. Aquí debió entrar la mano del director con una puesta en escena que oculte al espectador las limitaciones de su actor.
Tercer problema: el ritmo interior del filme. Se trata de un drama en el que un tipo intenta expiar ciertos conflictos existenciales zafando de la ciudad. Lo que se ve en el ecran es lo opuesto debido a una sucesión de secuencias apretadas y resueltas con un apuro que se distancia kilómetros de los sufrimientos que aquejan a Santiago.
La pregunta es si los paisajes de Máncora se ajustan a las necesidades dramáticas de la historia. ¿El mar, la playa y el desierto de nuestro país son usados convenientemente como alegorías cinematográficas de la emergencia personal de Santiago o son solo postales de exportación para el consumo europeo?
La producción, en general, tiene un acabado decente. Quizá sea la música incidental lo más logrado del trabajo de Ricardo de Montreuil, uno de los cineastas peruanos con contactos en el exterior más interesados en lograr películas que enganchen con el público promedio.
Este y su primer filme, La mujer de mi hermano, aún presentan a un cineasta que debe ajustarse algunas tuercas: parece que el principal problema son sus historias. Tratándose de un tipo que recién empieza, y no de un veterano, Montreuil merece el beneficio de la duda.
Obtenido de www.peru21.pe

No hay comentarios:

Publicar un comentario